domingo, 16 de junio de 2013

¿Qué entienden algunas empresas por FORMACIÓN?


La pregunta que sirve de título a este artículo me surgió hace unos días luego de una reunión con un cliente, en la cual debíamos establecer conjuntamente empresa-consultor, las líneas básicas del Plan de Formación 2013-2014 como parte de uno de los requisitos de la norma ISO 9001:2008.

Este objetivo parecía sencillo, dado que se trata de una pequeña empresa con gran potencial, que ha crecido rápidamente en los cuatro años desde que fue creada. La empresa ha crecido a todos los niveles, especialmente ha pasado de sus 4 socios iniciales a sus casi 30 trabajadores actualmente. Dado lo anterior, podía haber pensado que había muchas formas de formación que les hubieran parecido interesantes, pero al iniciar la reunión me encontré con un gran muro infranqueable: "Dada la situación actual, este año no hay dinero para formación", me indicó uno de los directivos de la empresa.

Esta situación me dejó un poco frío, sobretodo por la ilusión con la que acudí, en compañía de la Responsable de Calidad, a esta reunión. Intenté explicarle de todas las maneras posibles que no era condición sine qua non (sin la cual no) el hecho de disponer de grandes presupuestos destinados a formación para poder conseguir un Plan de Formación equilibrado y que pudiera servir como puntal para el desarrollo profesional de los trabajadores de la empresa.


¿Cómo era posible que este alto directivo entendiera por formación solamente aquella por la que tenía que pagar (cursos, másters, etc.)? Le sugerí pues, que los propios trabajadores con más experiencia, dieran seminarios cortos o talleres prácticos sobre temas interesantes, así cada trabajador sería responsable de exponer un tema y de desarrollarlo en un idioma suficientemente coloquial como para que pudiera ser entendido por todos sus compañeros. También le comenté de la existencia de muchos cursos on-line, seminarios especializados, formación complementaria de la administración pública y organizaciones benéficas. Su respuesta fue: "Hombre, eso no es formación".

En resumen, ¿tenía razón este directivo? Yo considero que no. Considero que hay muchas formas de formación, pero que lo más importante es que la empresa esté comprometida con el nivel de cualificación de sus trabajadores y que busque satisfacer las necesidades no cubiertas.

Cabe señalar que este caso no es, de momento, un modelo generalizado en las empresas españolas, pero lo cierto es que muchos directivos entienden los sistemas de gestión, la formación, la prevención de riesgos laborales o el compromiso medioambiental como gastos y no como una inversión para contribuir a la mejora continua de la empresa, lo cual redunda definitivamente en aumentar las ventajas competitivas de dicha empresa.