martes, 3 de septiembre de 2013

¿Cuánto vale realmente mi empresa?

Muchas personas podrían decir que una empresa vale la diferencia entre lo que tiene y lo que debe. Lo que es cierto es que esa postura sería excesivamente conservadora, ya que no tendría en cuenta otros aspectos muy importantes como su cartera de clientes, su capacidad para generar beneficios en el futuro, los recursos humanos de los cuales dispone, su cuota de mercado, su nivel tecnológico, el "know-how" del negocio, etc.

Lo cierto es que al final, una empresa vale lo que un posible comprador esté dispuesto a pagar por ella, por tanto, el valor de una empresa atiende claramente a la Ley de Oferta y Demanda.

De igual forma, parece claro que en el proceso de compraventa de una empresa intervienen también factores emocionales, ya que el precio final acordado puede ser condicionado por las ganas del comprador de aquirir el negocio o del vendedor por deshacerse del mismo.

Entonces, cómo podemos establecer el valor de una compañía? Lo que sería lógico es fijar un "suelo" y un "techo", así como un valor de referencia intermedio para iniciar la negociación, no importa si somos los compradores o los vendedores.



Existen pues, muchos métodos que nos pueden ayudar a ir perfilando dichos precios. A continuación os mencionamos algunos:

  • Valor nominal
  • Valor contable histórico
  • Activo neto real
  • Valor sustancial
  • Utilización de múltiplos (sobre ventas, resultado de explotación, EBITDA, etc.)
  • Descuento de flujos
  • Método alemán
  • Método anglosajón
  • Método de capitalización

Lo importante sería tratar de utilizar la mayoría de ellos e ir eliminando objetivamente aquellos resultados que a todas luces tienden a desvirtuar la media, ya sea porque los consideremos muy altos o por el contrario muy bajos. El resultado será entonces, esos precios, mínimo y máximo, que servirán como marco para la negociación.

Por último, hay que tener en cuenta que uno de los valores más conocidos por todos y que suele servir como referencia para fijar una primera aproximación es el EBITDA, pero también es cierto que este criterio es fácilmente desmontable en muchos tipos de empresas y en muchos sectores.

Finalmente, nuestra recomendación es hacer, por un lado un ejercicio práctico "benchmarking", que nos permita conocer la referencia de lo que se ha pagado por otras empresas de dimensiones similares a la nuestra en nuestro mismo sector, y por otro lado un ejercicio de análisis según todos los métodos posibles, que puedan arrojarnos un valor aproximado de nuestra empresa o de la empres que deseamos comprar.


Para ver con mayor detalle todos los métodos de valoración de empresas que hemos comentados: MÉTODOS DE VALORACIÓN DE EMPRESAS


miércoles, 28 de agosto de 2013

La puntualidad es importante.

La anécdota.

En una sociedad latina, donde la puntualidad no es precisamente uno de los valores más apreciados, quiero dedicar esta entrada a un hecho que me ocurrió hace algunas semanas.
Había concertado una cita en el dentista, cosa que parece de lo más normal del mundo. La cita era a las 17:00 y era la primera vez que me atendía en esa clínica. Llegué a las 16:55, me identifiqué y la recepcionista me invitó a pasar a la sala de espera.

Una vez allí, observé que habían otros 3 pacientes esperando, supuse pues que habrían más de un dentista o especialistas de la salud bucal en la clínica. Siguieron llegando personas, hasta que llegamos a ser unas 6 personas esperando en la bien conocida "sala de espera". Algunas de las primeras personas que me encontré fueron pasando a ser atendidas, mientras yo esperaba.

A los 20 minutos de estar en la sala, comencé a impacientarme, básicamente porque ni la recepcionista ni nadie de la clínica nos daban explicaciones del retraso. He de comentar que entre el resto de los pacientes había todo tipo de actitudes, desde los que esperaban impasibles hasta los que, como yo, parecían un poco molestos por dicha demora.

El caso es que a las 17:25, cansado de esperar, me dirigí a la recepción a preguntar si tardaría mucho más en ser atendido, a lo cual la chica que ahí se encontraba me dijo, "bueno, no lo sé, unos 15 o 20 minutos, porque todos los doctores están ocupados y hay otra gente esperando" Pensé en ese momento, si llevo esperando 25 minutos y todavía puede que tenga que esperar 20 minutos (o más), no entiendo cómo podían haberme citado a una hora y hacerme esperar 45 minutos. Le dije que ya no estaba interesado en la cita y que habían perdido un cliente. Ella ni se inmutó y siguió con su trabajo.


Un breve análisis.

He estado meditando mucho sobre esa situación, pienso que en el contexto socio-económico en el que se encuentra el país, con la dificultad para los profesionales de encontrar clientes, cómo puede ser que una cosa tan sencilla como ser organizado y puntual, en fin, con planificar bien las cosas, la gente se permita el lujo de perder posibles clientes.

Cuando la recepcionista me dijo que no sabía cuánto más tendría que esperar, agregó que ella era incapaz de saber cuánto tardarían los pacientes a los cuales estaban atendiendo en esos momentos, cosa que me pareció bastante ilógico, ya que al llamar para solicitar la cita, ellos me preguntaron cuál era el objeto de mi consulta, con lo cual, si le preguntaban a todos  sus pacientes lo mismo podrían saber más o menos el tiempo que tardaría dicha consulta.

No digo que haya que ser un radical de la puntualidad, no habría tenido ningún problema en esperar 5-10 minutos, pero me parece que es tan grave la impuntualidad, como ni siquiera reconocer que se está siendo impuntual y pedir disculpas por tal hecho.

Creo que hay ciertas cualidades y valores en la atención al cliente que no son negociables, es importante que todos conozcamos lo que para nuestros clientes es importante, como forma vital para conseguir su plena satisfacción. Estoy seguro que la puntualidad es una de esas cosas que todos los clientes que buscan un servicio de calidad reconocen como parte de dicha calidad.

domingo, 16 de junio de 2013

¿Qué entienden algunas empresas por FORMACIÓN?


La pregunta que sirve de título a este artículo me surgió hace unos días luego de una reunión con un cliente, en la cual debíamos establecer conjuntamente empresa-consultor, las líneas básicas del Plan de Formación 2013-2014 como parte de uno de los requisitos de la norma ISO 9001:2008.

Este objetivo parecía sencillo, dado que se trata de una pequeña empresa con gran potencial, que ha crecido rápidamente en los cuatro años desde que fue creada. La empresa ha crecido a todos los niveles, especialmente ha pasado de sus 4 socios iniciales a sus casi 30 trabajadores actualmente. Dado lo anterior, podía haber pensado que había muchas formas de formación que les hubieran parecido interesantes, pero al iniciar la reunión me encontré con un gran muro infranqueable: "Dada la situación actual, este año no hay dinero para formación", me indicó uno de los directivos de la empresa.

Esta situación me dejó un poco frío, sobretodo por la ilusión con la que acudí, en compañía de la Responsable de Calidad, a esta reunión. Intenté explicarle de todas las maneras posibles que no era condición sine qua non (sin la cual no) el hecho de disponer de grandes presupuestos destinados a formación para poder conseguir un Plan de Formación equilibrado y que pudiera servir como puntal para el desarrollo profesional de los trabajadores de la empresa.


¿Cómo era posible que este alto directivo entendiera por formación solamente aquella por la que tenía que pagar (cursos, másters, etc.)? Le sugerí pues, que los propios trabajadores con más experiencia, dieran seminarios cortos o talleres prácticos sobre temas interesantes, así cada trabajador sería responsable de exponer un tema y de desarrollarlo en un idioma suficientemente coloquial como para que pudiera ser entendido por todos sus compañeros. También le comenté de la existencia de muchos cursos on-line, seminarios especializados, formación complementaria de la administración pública y organizaciones benéficas. Su respuesta fue: "Hombre, eso no es formación".

En resumen, ¿tenía razón este directivo? Yo considero que no. Considero que hay muchas formas de formación, pero que lo más importante es que la empresa esté comprometida con el nivel de cualificación de sus trabajadores y que busque satisfacer las necesidades no cubiertas.

Cabe señalar que este caso no es, de momento, un modelo generalizado en las empresas españolas, pero lo cierto es que muchos directivos entienden los sistemas de gestión, la formación, la prevención de riesgos laborales o el compromiso medioambiental como gastos y no como una inversión para contribuir a la mejora continua de la empresa, lo cual redunda definitivamente en aumentar las ventajas competitivas de dicha empresa.


martes, 28 de mayo de 2013

WIN DIRECT, S.L. renueva su certificado ISO 9001


En días pasados, la empresa de distribución de productos para canales de venta directa, WIN DIRECT, S.L. renovó la certificación de su Sistema de Gestión de la Calidad basado en la norma ISO 9001:2008, luego de una auditoría realizada por SGS.

Esta joven empresa, nacida en 2008, se dedica a la comercialización de soluciones cosméticas y de belleza a problemas frecuentes, productos de salud y bienestar para mejorar la calidad de vida, aparatos de fitness y calzado activo para mejorar la figura y llevar un estilo de vida más activo, así como productos de tecnología y hogar para hacernos la vida más fácil, entre otros. 

Desde sus inicios, WIN DIRECT, S.L. ha decidido apostar por la calidad de los productos que comercializa y de todos los servicios que ofrece a sus clientes, basando su política de calidad en la consecución de la satisfacción total de sus clientes, proveedores, trabajadores y demás colaboradores.

SPECC Enginyeria i Consultoria, como consultora de referencia de esta tenaz empresa, felicita a todo el personal de WIN DIRECT, S.L. por el arduo trabajo que han venido realizando hasta la fecha en pro de la Calidad Total y les exhorta a seguir interiorizando y asimilando los conceptos adquiridos a la fecha.