sábado, 22 de septiembre de 2012

Hasta aquí podíamos llegar


Muchos nos hemos planteado en algún momento por qué nuestros proyectos fracasan, y es que a veces consideramos “fracaso” todo aquello que no supere nuestras expectativas.

Desde el punto de vista de la calidad, el empresario, debe buscar siempre ofrecer a sus clientes más de lo que ellos han identificado como “necesario”. Por ejemplo, imaginemos que necesito comprar una camisa para una boda; entro a una tienda y la dependienta me sugiere varias opciones, teniendo en cuenta el evento al cual deseo asistir. Al decidirme por una en concreto, ella me indica que tiene varias opciones de corbatas que pueden conjuntar de manera estupenda con la camisa que acabo de comprar (y que todavía no he pagado); me enseña las corbatas y me decido por una. Lo que ha sucedido es que (a parte de ser una buena vendedora) la dependienta seguramente habrá superado mis expectativas, creando una necesidad que yo ni siquiera sabía que tenía y teniendo el producto justo que satisfacía dicha necesidad. Al salir de la tienda, muy probablemente, sienta que he recibido un “servicio de calidad”.

En el ámbito de la dirección de proyectos sucede algo similar con el hecho de satisfacer las necesidades de los destinatarios del proyecto, pero también tenemos que tener en cuenta a todos los que participan en su desarrollo.

Muchas veces nos encontramos que los proyectos provocan desilusiones, desánimo o incluso sensación de impotencia al finalizar, pero seguramente la causa de dichas sensaciones se encuentre en el origen o la forma en la que fue planteado el mismo, es decir, el alcance y los objetivos trazados.

Una de las primeras cosas que tenemos que definir en un proyecto es hacia dónde queremos ir, en definitiva, qué queremos hacer. Esto, que parece realmente sencillo, en muchas ocasiones no lo es tanto. Podemos definir el alcance de un proyecto (de manera muy somera) como todo aquello que se incluye, o que se pretende conseguir con este proyecto, pero también todo aquello que no está incluido. Imaginemos por un momento que estamos diseñando un robot que ayudará a las familias en las tareas del hogar, resulta tan importante incluir en las especificaciones del robot, lo que hace como lo que no hace, a fin de que el proyecto sea un éxito.

Otro aspecto muy importante del alcance, son los llamados “deseables”, es decir, todas aquellas características que supondrán un hecho diferencial que hará que los destinatarios finales consideren que el proyecto ha superado sus expectativas.

En resumen, es muy importante saber hacia dónde queremos llegar con cada proyecto que nos planteemos en nuestra vida profesional, ya sea un proyecto interno o externo.

Os propongo un par de recomendaciones para poder definir correctamente el alcance de nuestro proyecto:

  1. Debemos huir de proyectos demasiado ambiciosos si no tenemos los recursos para llevarlos a cabo.
  2. Analizar los puntos de vista de todas las personas que intervendrán en el proyecto (stakeholders).
  3. Recordar que el alcance forma parte de la triple restricción (Tiempo – Presupuesto – Alcance)

No hay comentarios:

Publicar un comentario